miércoles, 18 de abril de 2007

documentar


El documental es un género frecuentemente muy desestimado y subestimado por el grueso del público del cine. A veces esta opinión respecto al género surge por la concepción errónea que nos brindan canales como discovery channel o sus secuaces, y que unifica al documental como esas películas en las que vemos imágenes extraproducidas, o totalmente ajenas a nosotros (y no me refiero sólo a los peces del fondo del mar) acompañadas de una voz en off que nos habla de temas muchas veces absolutamente intrascendentes. Quiero aclarar que no tengo nada en contra de este tipo de documentales, y que por cierto los disfruto, pero hago la distinción porque son los de este tipo los que más nos llegan, con varios canales de televisión destinados sólo a ellos.
Ahora bien, el documental, creo estar en condiciones de afirmar, es mucho más que eso. Bien llevado a cabo, se trata de un análisis de la realidad, o de cierto aspecto de ella, diferente al realizado en el cine de ficción. Si el cine de ficción es equiparable a la literatura en los medios audiovisuales, el documental es equiparable al ensayo. El hecho de si un documental registra o documenta en efecto la realidad o si esta deja de ser tal en cuanto empieza a ser filmada, ya es un tema algo obsoleto y sin objeto. El documental no registra, analiza y descubre.
Entonces, ¿qué papel le queda al documental en el mundo de hoy, o mejor dicho, en el país de hoy? Un papel fundamental. El de concientizar, comprometer y hacer analizar a los espectadores el mundo que les rodea. Desde ya, este no es el papel del documental en la situación actual, sino el objetivo que se planteó desde el inicio de su existencia. Pero específicamente ahora y acá, la importancia crece, porque nos encontramos con un cine nacional extremadamente ficcional. Lo que alguna vez fue el Nuevo Cine Argentino, con aires de renovación y agilidad, lentamente se está poniendo agrio y rancio. De renovación ya no lo queda nada, como pasa en general con toda renovación, y está empezando a mutar en formas de cine autista, tomando la expresión de Gustavo Noriega. Esto sumado a la creciente costumbre de abandonar el cine nacional a sus dos salas (gaumont y tita merello), va construyendo en nuestro público cinematográfico, así como en nuestros cineastas, una muralla que divide mundo y cine. Así surgen las películas de tapper, como Monobloc, de Ortega, o yendo a lo "independiente", El hombre robado, de Matías Piñeiro y los muchachos de la FUC.
Entonces, frente a este panorama, es importante que siga existiendo, que veamos y que se fomente el cine documental, que es un baldaso de agua fría en la cara, o al menos un baldaso de realidad fría, o tal vez, y más probablemente, un simple (pero necesario) intento de compromiso con la realidad. Porque ese es otro tema, más allá del cine documental teóricamente hablando, quienes lo hacen, más allá de estar muy comprometidos políticamente, suelen tener una manera bastante cerrada de ver la vida, bien propia de nuestra izquierda argentina. Pero ese es otro tema.
El cine documental es importante; es importante para volver a darnos cuenta de que el cine, además de un arte, es una herramienta, y una voz cantante. Es importante para no hacer películas de tapper, porque de tapper ya tuvimos bastante en este país nuestro. Es importante para poder mirarnos a nosotros mismos. De ahí a cómo se lo haga, hay que verlo.
Para eso DOCA (Documentalistas Argentinos) organiza la primera muestra de cine documental argentino, que se inaugura mañana en el Tita Merello. Va a durar hasta el 2 de mayo y tiene un amplio panorama de largometrajes, mediometrajes, y cortometrajes (estos proyectados cada uno previamente a cada función). Para ver que se está haciendo por este género, y para darle el lugar que nadie le da, yo voy a ir cuando pueda, y espero que los que lean esto al menos lo intenten. Algo interesante: la entrada está al módico precio de $4 (o sea, con lo que solemos ver en los cines grandes una película acá vemos tres: es negocio).

Acá está el programa programa, que consta también de charlas y actividades.
Y acá está el manifiesto de la escuela documental de Santa Fé escrito por Fernando Birri en 1964, que me parece que expresa bastante bien a dónde apunta o debería apuntar una parte que a su vez debería ser mucho más importante de lo que es, el documental.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Dado que es mi primer "comentario", creo que lo apropiado es decir, en primer lugar, felicitaciones por el blog.
Está lindo. Espero poder en algún momento ller los otros comentarios, si es que mi computadora me lo permite.
Con respecto a este tema de los documentales, estoy de acuerdo en que pueden ser una buena forma de mostrar algún aspecto interesante del lo que nos rodea. Algo que si bien considero que puede hacer una película de ficción, en un documental es muy importante el hecho de que nos pone frente a los actores y el escenario "reales" y el efecto es inevitablemente otro.
Se me había ocurrido algo más para decir, pero me olvidé. Aguante los documentales, eh.
Saludos

Anónimo dijo...

hoy no les andaba el proyector a los del doca :(
que amargos que son
tita merelo mata arte
ajaj

hay que aceptarlo:
aguante terminator I